martes, 22 de abril de 2014

La ¿meta? de la posmodernidad.

En la actualidad, en este contexto sociohistórico, ecónomico, político, cultural... nos encontramos inmersos en un mundo de interrogantes no interrogados.
Interrogantes no interrogados, obligados a callar, a silenciar, a llenar. Llenar con vacío representado por objetos que son nada. Pero la nada como tal, hace efecto.
¿Qué es un objeto sino aquel lugar donde nos posicionamos cómodamente a merced de un Otro que nos reclama y nos exige qué hacer para complacerlo? ¿Cómo hacer si hoy no se nos permite interrogarnos por ese lugar, reclamando ser sujeto, reclamando la construcción sintomática que derive en una elección propia?

Al menos, épocas anteriores generaban un interrogante a ser respondido. La neurosis explicitada generaba un lugar de demanda a un Otro que luego nos enterábamos que no existía, sino que eran las propias exigencias de posicionarnos en la cómoda queja y en no transformar la vida. Al darnos cuenta de esto, pensábamos más claramente en un futuro, en un "quisiera ser", porque "lo que estoy siendo no me convence". No se "era", se "estaba siendo", se concebía esa situación presentista que podía modificarse después, para ser alguien en un momento determinado haciendo determinadas cosas que nos generaban placer y gusto.

Hoy se debe ¿ser? todo el tiempo, ser objeto, objeto llenado por objetos, una simple partícula del mercado obligada a consumir para poder sentir un ínfimo "pertenecés a...". 
No hay meta. Hay estancamiento. Estancamiento en una queja infinita que no puede dejar de ser fomentada por ese gran Otro que es el mercado, que no puede dejar de ser fuente y motivo de nuevas adquisiciones que nunca llenarán eso que se supone que debería llenarse. Ese auto, ese celular, que mañana son viejos y mañana se convierte en un "hoy" que pasa rápido y en esa rapidez se exigen miles de cosas inmediatas. Y las horas no alcanzan y la desesperación se apodera de cada situación.

La palabra no tiene lugar, la medicina se encarga de tapar cada conducta sintomática sin preguntarnos "qué quiero decir" con ese síntoma. No hay sujeto atrás de ese síntoma. Hay un objeto que falla y debe ser reparado para seguir funcionando en esta gran máquina.

Exigencias presentistas que no conciben una posibilidad futura. ¿Metas? que no tienen lugar ni razón de ser. La imagen también implica un "stop", detenernos en la eterna juventud, ocultar arrugas, en otras épocas sinónimos de sabiduría, que la inmediatez y la vorágine exigen borrar, y se borran, con cirugías que nunca colmarán la ¿meta? de la posmodernidad para los sujetos(objetos) que subsisten en ella.

Volvamos a la reflexión, el "stop" es necesario. El parate, no es tiempo perdido. El ocio, no es tiempo perdido. Vivir a este ritmo, es perder el tiempo.

Victoria R.

2 comentarios:

  1. Vicky excelente, me llego mucho, son cosas que me he estado replanteando gracias x compartirlo!

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